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La temporada de incendios amenaza a Cataluña: calor histórico y sequía

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Ante las colinas cubiertas de pinos casi secos en su totalidad que se extienden hasta los Pirineos en la distancia, Asier Larrañaga tiene motivos para estar alerta.

Esta parte del noreste de España está, al igual que grandes franjas del país mediterráneo, preparándose ante posibles incendios forestales debido a la combinación letal de una sequía prolongada, altas temperaturas récord y bosques cada vez más densos e incapaces de adaptarse a un clima que cambia rápidamente.

Larrañaga es uno de los mejores analistas de incendios de los bomberos de Cataluña encargados de salvaguardar los hogares y los paisajes de la región. Si bien agradece que en las últimas semanas finalmente haya llovido —algo que se necesitaba desesperadamente— también está preparado para lo peor, a menos que julio y agosto rompan la tendencia histórica de España de ser los meses más calurosos y secos del año.

“Si tenemos un verano normal… y condiciones de baja humedad combinadas con altas temperaturas, veremos entonces incendios que se expanden rápidamente más allá de nuestra capacidad de extinción. Y para las áreas donde no ha llovido en mayo y este mes, podríamos ver este tipo de incendios la próxima semana”, advierte Larrañaga a The Associated Press, durante una entrevista en el pueblo rural de Solsona, a unas dos horas al norte de Barcelona.

El año pasado, España sufrió los mayores daños por incendios forestales de cualquier país de la Unión Europea en medio de un 2022 históricamente caluroso. Cuatro personas, entre ellas un bombero, murieron por las llamas que consumieron 306.000 hectáreas. Y con España sofocada por una primavera de calor récord, de nueva cuenta encabeza el continente en 2023 con 66.000 hectáreas convertidas en cenizas. Ahora, bomberos en toda España como Larrañaga se están preparando para un verano potencialmente abrasador.

Los incendios coinciden con las afectaciones en Cataluña y gran parte del sur de España por una sequía que inició el año pasado y que recientemente ha sido aplacada un poco por la lluvia. Los embalses centrales de Cataluña, que proporcionan agua a unos seis millones de habitantes, incluidos los que habitan Barcelona, aún se encuentran al 29% de su capacidad y las autoridades mantienen las restricciones sobre el uso de agua.

El cambio climático está jugando un papel directo en la propagación de estos incendios, coinciden los expertos. El aumento de las temperaturas ha hecho que las plantas que están acostumbradas a un clima más templado sean vulnerables tanto a las plagas como al fuego. Se pronostica que España, como el resto del Mediterráneo, se calentará más rápido que el promedio mundial. España lidió con incendios que mostraron la virulencia de un brote de verano al estallar desde marzo. El norte de Europa también combate incendios provocados por la sequía.

Larrañaga, de 52 años, es miembro del GRAF de Cataluña, su unidad de élite en el combate de los incendios forestales. Miembros de los bomberos catalanes están ayudando actualmente en Canadá como parte de un contingente español enviado para enfrentar los incendios masivos que han lanzado columnas de humo sobre Estados Unidos e incluso hasta Europa.

Larrañaga estaba en Solsona para supervisar un entrenamiento de los bomberos locales. La práctica incluyó la simulación de una maniobra de protección de último recurso utilizada en casos en los que los bomberos quedan atrapados por las llamas. Limpian un área de vegetación y se refugian en su camión, equipado con aspersores. Los bomberos esperan nunca verse en la necesidad de usar esa maniobra.

La comarca del Solsonès, hogar de Solsona y sus 9.000 habitantes, no suele registrar incendios grandes gracias a las tormentas generadas por los Pirineos. Pero la desventaja es que sus bosques acumulan vegetación, o “combustible” para posibles incendios, que se tornan vulnerables al impacto de un rayo, una chispa de maquinaria agrícola o un incendio provocado. En 1998 un incendio consumió 27.000 hectáreas en el país. Ahora a Larrañaga le preocupa que el paisaje arda de nuevo.

“Los incendios en estas condiciones pueden ser muy intensos como esos enormes que vemos en Canadá”, afirma Larrañaga. Agrega que el peor escenario es “una situación en que la gente entra en pánico, que trata de huir y se pone en peligro porque las carreteras de acceso cruzan zonas boscosas”, lo que hace recordar una tragedia en el vecino Portugal cuando más de 60 personas murieron en un incendio en 2017.

Los bomberos de Cataluña fueron puestos a prueba el año pasado por incendios que estallaron justo al inicio de la temporada oficial de incendios a mediados de julio.

El jefe de bomberos David Borrell afirmó que esa situación motivó su decisión de aumentar la campaña de incendios de tres a cuatro meses e iniciarla un mes antes. Eso representa más personal y aviones durante un mayor período de tiempo.

Borrell asegura que esta nueva generación de incendios más potentes ha supuesto dos cambios en la forma de combatirlos. En primer lugar, ya no es posible simplemente “atacar” un incendio. Los bomberos tienen que esperarlo y, si es necesario, sacrificar terrenos desfavorables —ya sea por su posición en relación con el viento, el acceso o la vegetación— si eso significa evitar que los bomberos se agoten o incluso arriesguen sus vidas.

“El segundo es cómo atacar la simultaneidad de incendios para evitar el colapso operativo de la organización”, explica Borrell a la AP en la sede de alta tecnología de los bomberos catalanes cerca de Barcelona. “Porque si te centras en un primer incendio, envías los medios para un primer incendio, No puedes seguramente afrontar en un segundo, quizá también y el tercero colapsas. Entonces, para evitar esto, esta gestión integral también es un cambio de estrategia potente que se empezó a hacer el año pasado. Y para mí también es un cambio de escenario”.

Sin embargo, el desafío sigue siendo desalentador con la llegada del verano.

Además de convertir el terreno en un yesquero, la sequía complica la capacidad de maniobra de los bomberos: Algunos de los embalses de Cataluña han sido declarados inutilizables para los aviones de descarga de agua debido a sus niveles bajos.

“Si no hubiéramos recibido esta lluvia de mayo, ya estaríamos inmersos en una campaña de alto grado, realmente de alto impacto y a nivel masivo”, subraya Jordi Pagès, experto en incendios forestales de la Fundación Pau Costa, una organización sin fines de lucro con sede en Barcelona creada para crear conciencia sobre los incendios.

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