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jueves, abril 18, 2024
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Saldo de 40 muertos en el incendio de centro migratorio en Chihuahua

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Un grupo de migrantes coloca colchonetas contra los barrotes de su celda en un centro de detención del norte de México y las prenden fuego. Los guardias lo ven y se alejan sin intentar liberar a los hombres. En poco tiempo, el humo llena toda la habitación y el video de la cámara de vigilancia se corta. Al menos 40 migrantes murieron en uno de los sucesos más letales registrado en México en este tipo de instalaciones.

Horas después de que comenzara el fuego el lunes por la noche, había hileras de cadáveres cubiertos por mantas de aluminio fuera de las instalaciones migratorias que están situadas en la orilla sur del Río Bravo, frente a El Paso, Texas, en uno de los cruces más frecuentados por migrantes y solicitantes de asilo.

Otros 29 migrantes resultaron heridos y fueron trasladados “en estado delicado-grave a cuatro hospitales de la localidad para su atención inmediata”, indicó el Instituto Nacional de Migración (INM) en un comunicado.

El incendio comenzó en una zona de dormitorios donde estaban alojados 68 hombres, según el INM. La agencia migratoria condenó los hechos que provocaron el fuego pero no explicó cómo se actuó ante la emergencia ni si se intentó evacuar o no a los extranjeros.

En el vídeo, dos personas en uniforme entran corriendo en el encuadre de la cámara y al menos un migrante aparece junto a la puerta metálica tras las rejas. Ninguno de los agentes se acerta a las celdas para abrirlas sino que huyen mientras todo se llena de humo.

El secretario de Gobernación, Adán Augusto López, en entrevista con el periodista mexicano Joaquín López Dóriga confirmó la autenticidad de la grabación y dijo que lo conocían desde la mañana del martes. El INM no contestó de manera inmediata a una solicitud de comentario sobre el video.

El canciller de Guatemala, Mario Búcaro, confirmó que 28 de los fallecidos eran guatemaltecos y dijo que tiene el apoyo de las autoridades mexicanas “para conocer la verdad” y “dar con los responsables”.

Los gobiernos de Colombia y Ecuador confirmaron la muerte de un connacional cada uno.

La fiscalía mexicana agregó que en las instalaciones siniestradas también había 13 hondureños y 12 salvadoreños, cuyo estado no especificó. Un herido se negó a identificarse.

Por la tarde, la agencia migratoria indicó que había dado asistencia a 15 mujeres migrantes adultas que fueron desalojadas de las instalaciones.

El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, dijo que se trató de un incidente desafortunado y que los migrantes, que aparentemente pretendían evitar su traslado o deportación, “no imaginaron que esto iba a causar esta terrible desgracia”.

La fiscalía federal ya tiene abierta una investigación, la Comisión Nacional de Derechos Humanos, una entidad oficial, está atendiendo a los migrantes, y el INM anunció que se dará visa humanitaria a los afectados, lo que les garantiza la atención hospitalaria, y que cubrirá los gastos funerarios de los fallecidos.

En paralelo comenzaron los trabajos de identificación de los fallecidos con las autoridades consulares de varios países.

Como la morgue de esta violenta ciudad ya estaba al límite de su capacidad antes del incendio, el gobierno tuvo que alquilar remolques refrigerados para resguardar los cadáveres de los migrantes, indicó a la prensa el fiscal del estado de Chihuahua, César Jáuregui.

Las instalaciones migratorias se encuentran frente al ayuntamiento de la ciudad.

En un hospital cercano, la venezolana Viangly Infante Padrón, de 31 años y que viaja con sus tres hijos, esperaba a su marido, tratado por inhalación de humo. La noche anterior estaba fuera del centro de detención esperando a que su esposo fuera liberado cuando comenzó el incendio.

“Había humo por todas partes. Dejaron salir a las mujeres y a los empleados de inmigración”, explicó. “A los hombres nunca los sacaron hasta que llegaron los bomberos”.

Dijo que vio varios muertos antes de encontrar a su marido en una ambulancia. “Estaba desesperada porque veía un cadáver, un cuerpo, un cadáver, y no lo veía por ninguna parte”.

Poco antes, un centenar de migrantes venezolanos se concentraron en el lugar exigiendo información de familiares y pidiendo justicia por lo sucedido.

“No nos quieren atender… queremos saber si está vivo o está muerto“, lamentaba la venezolana Katiuska Márquez, de 23 años y con dos niños pequeños sin poder comprender cómo los guardias del centro estaban vivos y los migrantes no. “¿Cómo no pudieron sacarlos?”

El gobierno no ofreció respuesta a esta pregunta.

Márquez buscaba noticias de un medio hermano, Orlando Mandonado, de 26 años, con el que viajaba. La familia rentaba un cuarto donde vivían 10 personas que pagaban con el dinero que conseguían de pedir en la calle. Todos fueron detenidos el lunes poco después de mediodía con una veintena de personas, incluidos niños.

“Yo estaba en el semáforo con un cartón pidiendo lo que necesitaba para mis hijos y la gente me apoyaba con comida”, explicó la mujer que lleva diez días en Juárez en espera de que le den cita para pedir asilo en Estados Unidos. De repente, llegaron agentes. “Migración me agarró por la chaqueta hasta que me montaron a dentro de una camioneta con mi hermano y varias familias más”.

Según contó, todos ingresaron en las instalaciones pero a las mujeres y los niños los tenían fuera de las celdas y unas horas después los liberaron.

Las tensiones entre autoridades y migrantes se agudizaron este mes en Ciudad Juárez, donde los albergues están llenos de personas que esperan pedir asilo en Estados Unidos. Hace poco más de dos semanas un grupo mayoritariamente de venezolanos alentado por falsos rumores de que podría pasar libremente intentó cruzar por el puente fronterizo y fue bloqueado por las autoridades estadounidenses.

Después de eso, el alcalde de Juárez, Cruz Pérez Cuellar, inició una campaña para informar a los migrantes de que había sitio en los albergues y que no era necesario que mendigaran en las calles. Además, instó a los residentes a no darles dinero y dijo que las autoridades los retirarían de las intersecciones donde era peligroso mendigar y supuestamente una molestia para los residentes.

A diferencia de los centroamericanos, que cuando son detenidos es para deportarlos, no es habitual que México repatríe a venezolanos aunque sí que los mueva hacia los estados del centro y sur del país.

La Red de Casas de Migrantes y Centros de Derechos Humanos de la zona norte de México, quienes ya habían denunciado el incremento de operativos conjuntos de autoridades migratorias y municipales y detenciones arbitrarias a primeros de marzo en una carta firmada por más de 30 colectivos, expusieron el martes en un comunicado que el suceso “refleja la ausencia de protocolos para la protección de migrantes y solicitantes de asilo”.

Responsabilizaron a las autoridades de lo sucedido por la falta de actuación e indicaron que se trata de un espacio “reducido y sin ventilación” donde no había agua potable ni atención médica y las personas estaban incomunicadas y desinformadas.

“Se veía venir”, sentenciaron en el comunicado. “La política migratoria de México mata”.

Desde Naciones Unidas se pidió una investigación exhaustiva de los hechos y Felipe González Morales, relator especial para los derechos humanos de los migrantes, recordó que el derecho internacional establece que “la detención de migrantes debe ser una medida excepcional y no generalizada”.

Las instalaciones que tienen las autoridades migratorias mexicanas por todo el país han sufrido de forma reiterada tanto críticas por el hacinamiento como protestas y disturbios. Las ultimas tuvieron lugar a finales de 2022 en Tijuana (en el norte) y Tapachula (en la frontera sur).

México se ha convertido en el tercer destino más popular del mundo para los solicitantes de asilo, después de Estados Unidos y Alemania. Pero sigue siendo en gran medida un país de paso hacia el vecino del norte. Decenas de miles se encuentran varados en el sur del país o en las ciudades fronterizas del norte en espera de que sus procesos avancen o de tener una oportunidad para cruzar.

En una misa celebrada en memoria de los migrantes, el obispo José Guadalupe Torres Campos expresó el hartazgo ante tanta muerte, la generada por la violencia diaria y ahora esta contra los migrantes.

“El grito, el clamor de todos es basta”, dijo. “Basta de tanto dolor, basta de tanta muerte.”

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