Los países del G7 acordaron vetar las importaciones de diamantes no industriales de origen ruso, incluidos los extraídos, procesados o producidos en ese país, para limitar la capacidad de Rusia de financiar su guerra contra Ucrania.
Acciones legales y suspensión de visados
La medida entrará en vigor a partir de enero de 2024 y afectará también a los diamantes rusos procesados en terceros países, según anunció el secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, en un comunicado.
Además, los países del G7 establecerán un mecanismo de verificación y certificación de la trazabilidad de los diamantes en bruto antes del 1 de septiembre, para reforzar la efectividad de la medida.
Los siete países recalcaron que han reducido ya drásticamente su dependencia de la energía y materias primas rusas y que prevén acelerar su trabajo al respecto “para que Rusia no pueda utilizar la energía” como un arma contra ellos.
Repercusiones y protestas
Los siete reafirmaron que, en conformidad con sus respectivos sistemas jurídicos, los activos soberanos de Rusia en sus jurisdicciones permanecerán inmovilizados hasta que Rusia pague por el daño causado a Ucrania, que según datos del Banco Mundial, supera ya los 400.000 millones de dólares.
Su objetivo también fue encaminado a reducir “aún más” el uso que Rusia hace del sistema financiero internacional para promover su guerra en Ucrania.
El llamamiento del G7 sobre la situación en Ucrania se extendió a China, país al que solicitaron que presione a Rusia para que retire sus tropas de Ucrania de forma inmediata, completa y sin requisitos previos.
A Pekín también le apuntaron que “no existe base legal” para sus reclamos expansionistas en el mar de China Meridional y le transmitieron su oposición a sus actividades militares en la región.
El conflicto en Ucrania y la disputa china no fueron los únicos temas sobre la mesa en la reunión telemática del grupo, presidido actualmente por Japón y a partir de enero por Italia.
Los siete apuntaron que el grupo islamista palestino Hamás “todavía presenta una amenaza para la seguridad de Israel” y urgieron a la liberación “inmediata” de todos los rehenes que quedan, sin prerrequisitos.
Condenaron también “el aumento de la violencia de los colonos radicales cometida contra los palestinos, que socava la seguridad y la estabilidad en Cisjordania y amenaza las perspectivas de una paz duradera”, y sostuvieron que quienes han cometido esos delitos “deben rendir cuentas”.