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¿Cómo saber si un producto tiene demasiada grasa, sal o azúcar?

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Lo primero que habrá que hacer para conocer la composición de un alimento es leer con detenimiento el etiquetado. Aquí aparecerá reflejada la lista de ingredientes y el valor nutricional.

Hay que tener en cuenta que existen ciertos elementos que no tienen por qué ser declarados, como es el caso de las grasas trans. Estos compuestos han demostrado ser muy perjudiciales para la salud a medio plazo, según un estudio publicado por la revista Diabetes & Metabolic Syndrome.

Lo más habitual es que se declaren las grasas totales, las insaturadas y las saturadas. Estas no generan problemas sobre el organismo, siempre y cuando sean de tipo cis. Esto quiere decir que no fueron sometidas a procesos térmicos o agresivos que puedan comprometer su estructura a nivel molecular.

Ahora bien, existen ciertos productos o comestibles que no tienen que presentar una etiqueta en el exterior. En este caso, la cosa se puede llegar a complicar, dado que no se conocerá el valor exacto de los nutrientes del producto.

Sin embargo, si este se puede categorizar dentro del conjunto de los alimentos frescos, no debería generar alteraciones en el estado de salud. En el caso de los aceites o de las grasas vegetales, está claro que abundan sobre todo los lípidos en su interior. Aquí habrá que ser prudentes en cuanto a su uso. Aunque se traten de ácidos grasos de buena calidad, son elementos muy energéticos.

Cantidades diarias recomendadas de grasa, sal y azúcar

De poco valdrá ojear los etiquetados si no se conocen las cantidades diarias recomendadas de grasa, sal y azúcar. En cuanto a los lípidos, estos han de suponer el 30 % de las calorías totales de la dieta. Lo importante aquí es que los ácidos grasos de tipo trans no se consuman de forma recurrente. Para ello, basta con limitar la presencia de los ultraprocesados de la dieta.

En el caso de los azúcares, habrá que diferenciar a los deportistas de la población general. Los primeros pueden requerir un aporte superior para satisfacer las demandas energéticas. Si hablamos de las personas sedentarias, los azúcares simples no deberían suponer más del 5 % de las calorías totales. En este caso, si un alimento cuenta con 10 gramos o más de azúcar añadido, ya sería demasiado.

Está claro que la presencia de los azúcares en la dieta regular puede incrementar el riesgo de sufrir patologías metabólicas. Así lo afirma un estudio publicado en la revista British Medical Bulletin.

En lo que a sodio se refiere, las autoridades sanitarias recomiendan un aporte inferior a 5 gramos de sal común al día, o lo que es lo mismo, menos de 2,5 gramos de sodio.

De esto modo, si la porción de un alimento concentra en su interior el 20-30 % de esta dosis, ya podemos decir que es demasiado. Si bien la respuesta del organismo al mineral dependerá de la determinación genética, conviene limitar la ingesta.

Modera el consumo de grasas trans, azúcar y sal

Es fundamental limitar la presencia de grasas trans, de azúcar y de sal en la dieta para mantener un buen estado de salud. De lo contrario, podría promocionarse la inflamación y eso daría lugar al desarrollo de patologías complejas con el paso de los años. Será importante controlar este mecanismo, del mismo modo que la oxidación.

Ahora bien, no solo la dieta importa. Lo mejor es combinar una buena pauta con otros hábitos de vida saludables, como la práctica de ejercicio físico de forma regular, el buen descanso y la exposición a la luz solar de manera frecuente. De este modo, se conseguirá la homeostasis en el interior del organismo, lo que significa un menor riesgo de enfermar según pasen los años.

fuente: mejorconsalud

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