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Demócratas incluyeron en su legislación un impuesto a la recompra de acciones

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 Calladamente, los demócratas incluyeron en su legislación sobre cambio climático y salud un impuesto a la recompra de acciones, una herramienta que las empresas consideraban intocable.

Las firmas deberán pagar un nuevo impuesto de un uno por ciento a la compra de sus propias acciones, lo que, en la práctica, representa un castigo para una maniobra que las compañías han usado desde hace tiempo para generar ganancias para sus accionistas y hacer subir los precios de sus acciones.

Las “recompras” se dispararon en los últimos años –se calcula que en el 2022 llegarán al billón de dólares–, en que las empresas se llenaron de efectivo al lograr ganancias astronómicas.

A los inversionistas, incluidos los fondos de pensiones y jubilaciones, les encantan las recompras. Pero los detractores de ese mecanismo, como los senadores Elizabeth Warren y Bernie Sanders, lo detestan, diciendo que es una “manipulación de papeles” para enriquecer a los altos ejecutivos y los grandes accionistas.

También le caen mal a demócratas de centro como el líder de la mayoría en el Senado Chuck Schumer, que siempre la ha criticado.

Los demócratas dicen que, en lugar de devolverle dinero a los accionistas, las grandes empresas podrían usarlo para subir los sueldos de sus empleados o invertir en mejoras.

Hay quienes creen que este nuevo impuesto, que podría generarle 74.000 millones de dólares al gobierno en diez años, según algunos estimados, provocará un profundo cambio en el comportamiento de las empresas.

Algunos expertos, no obstante, dudan que el impuesto tenga el impacto que muchos pronostican. Dicen que las firmas tienen otras formas de beneficiar a sus accionistas a las que podrían apelar, con resultados imprevisibles para la economía.

Vistazo al estado de cosas:

LOS BENEFICIOS DE LA RECOMPRA

Las grandes empresas del índice S&P 500 compraron una cantidad récord de sus propias acciones el año pasado, invirtiendo 882.000 millones de dólares. Esas compras totalizaron 984.000 millones de dólares en los 12 meses de abril a marzo, otro récord.

Entre los que más apelaron a este recurso figuran las grandes compañías tecnológicas como Apple, Meta (la casa matriz de Facebook) y Alphabet (Google).

Las firmas han seguido comprando sus propias acciones a pesar de la creciente inflación, las tasas de interés cada vez más altas y la posibilidad de que se frente el crecimiento económico. Y han tenido que pagar más por las materias primas, el transporte y la mano de obra.

En términos generales, les pasaron esos costos a los consumidores, pero el aumento en los precios de la comida, la ropa y todo lo demás frena un poco el gasto del consumidor, y muchas firmas vieron disminuir sus ventas. La gente sigue gastando, aunque con más cautela, según las últimas estadísticas del gobierno.

La recompra de acciones puede aumentar las ganancias de las empresas por acción porque hay menos acciones repartidas entre los accionistas. También son una muestra de confianza de los ejecutivos en las perspectivas de una firma.

¿QUÉ PASA DESPUÉS DEL COBRO DEL IMPUESTO?

“Odio las recompras”, expresó Schumer en declaraciones a la prensa. “Creo que son una de las cosas más egoístas que hacen las empresas, en lugar de invertir en los empleados, en capacitación, investigaciones y equipo”.

Esas son declaraciones que suenan bien en un año electoral, pero resta por verse si la medida realmente motiva un cambio en el comportamiento de las empresas.

El objetivo político es admirable, dijo Steven Rosenthal, del Urban-Brookings Tax Policy Center, una agrupación independiente que describe el impuesto a las recompras como un recurso “eficiente, justo y fácil de administrar”.

Sin embargo, ¿logrará su propósito? Rosenthal dijo que luego de una reforma impulsada por los republicanos en el 2017 que dio a las empresas grandes inyecciones de dinero al bajar sus impuestos del 35% al 21%, hubo una ola de recompras. Y planteó que, cuando el nuevo impuesto entre en vigor el año que viene, las empresas podrían usar parte del dinero que hubieran empleado en recompras para pagar más dividendos a sus accionistas.

Rosenthal, no obstante, no descarta que las firmas decidan emplear parte del dinero que tienen ahorrado en mejoras salariales o para invertir en las empresas.

Otros, como Jesse Fried, profesor de la Harvard Law School especializado en el manejo de empresas, sostienen que el impuesto “no va a hacer que suban los sueldos de los empleados”. E invertir en la firma tampoco sería una opción, indicó, porque “ya hay mucha inversión y no hay indicios de que las compañías no tengan en mente proyectos que valen la pena por falta de efectivo”.

Fried especula que la mayor parte del dinero que no sea usado en recompras terminará agrandando las reservas por 8 billones de dólares que tienen actualmente las empresas.

¿GOLPE LEVE?

Dado que el nuevo impuesto será calculado en base a la cantidad neta de recompras por parte de una empresa –el total de las recompras menos las acciones emitidas durante el año–, algunas firmas estiman que el impacto será modesto y que podrán seguir comprando acciones.

RBC Capital Markets dijo que las firmas podrán quejarse, “pero difícilmente esto afecte su planificación”.

Una cosa es segura: El nuevo impuesto entrará en vigor el 1ro de enero y hasta entonces las firmas podrán adquirir acciones libres de impuestos. Esto podría generar una lluvia de recompras en los próximos meses.

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