Negociadores del guerrillero Ejército de Liberación Nacional (ELN) y del gobierno colombiano regresaron a Cuba e instalaron el martes oficialmente una mesa de diálogo que tiene por objetivo principal lograr un cese al fuego bilateral que permita controlar una violencia política armada que no se detuvo en el país sudamericano por 60 años.
Las partes abrieron lo que será la tercera ronda en busca de un acuerdo total, pero en esta ocasión el objetivo trazado es convenir los mecanismos de participación humanitaria y el alto a las hostilidades, tras enfrentamientos que han cobrado miles de víctimas por décadas.
“Los alentamos a aprovechar la magia, la mística y la esperanza que ofrece siempre Cuba”, dijo el canciller isleño Bruno Rodríguez, al dar la bienvenida a las delegaciones del Gobierno y del ELN, sentadas una frente a otra en un gran salón en el oeste de la capital. “Creemos firmemente que el pueblo colombiano merece la paz y puede lograrla”.
Cuba fue sede de varios procesos de paz colombianos, incluyendo el exitoso acuerdo que logró el desarme de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en 2016 para convertir al grupo guerrillero en un partido político. Además, se sostuvieron los primeros encuentros —comenzaron en Quito pero rápidamente se trasladaron a la isla— entre las autoridades y el ELN hasta la suspensión de la mesa en 2019.
Las conversaciones entre el ELN y el gobierno de Colombia se retomaron en noviembre del año pasado luego de la juramentación del presidente Gustavo Petro, quien hizo de la “paz total” un fuerte eje de su programa político.
Este será el tercer ciclo del diálogo –las partes pasaron por Venezuela y México en los meses anteriores– y los objetivos que se trazaron en esta ronda—cuya realización en la isla se anunció desde abril— son trabajar sobre la participación de la sociedad civil en el proceso de paz, las acciones humanitarias y este eventual acuerdo de cese de acciones armadas.
El martes, por el lado de los rebeldes, las conversaciones fueron encabezadas por el comandante Pablo Beltrán, el alias de Israel Ramírez Pineda; y por el de las autoridades José Otty Patiño. Pero además se presentaron los senadores Iván Cepeda y María José Pizarro.
La sorpresa fue la inclusión en la mesa del histórico líder guerrillero Gabino, el alias de Nicolás Rodríguez Bautista, quien fue el máximo dirigente de la organización armada desde finales de los 90, pero que dejó ese puesto en 2021 por motivos médicos, aunque para muchos su figura tiene un peso simbólico.
“Sabemos que todo el país tiene muchas expectativas y venimos con mucha disposición a cumplir con la agenda”, expresó Gabino a un grupo de periodistas tras la instalación oficial de la mesa. “Quiero la paz desde que comencé a empuñar las armas, porque la empuñé para servir al país. Sesenta años de actividad guerrillera me han generado una situación de salud… Pero no liman ni mellan mi disposición”. Según reportes oficiales, tiene 73 años.
Sentados al costado la mesa, estuvieron presentes representantes de países garantes como Brasil, Venezuela, México, Noruega y organizaciones, como la Iglesia.
Beltrán, por su parte, aseguró que la organización estaba comprometida con las “transformaciones para la paz” y que la presente era una “coincidencia histórica para acordar un cese al fuego bilateral y concretar la participación de la sociedad en la profundización de la democracia”.
Las palabras por el gobierno corrieron a cargo de la senadora Pizarro.
“Nos mueve la plena conciencia de que cada día de guerra tiene un costo enorme en vidas”, expresó la legisladora, para quien lo que se buscará en la mesa son “soluciones reales para un país agobiado por seis décadas de guerra”.
Tanto la senadora Pizarro como el delegado gubernamental Otty Patiño coincidieron en que esta es la vez que más coincidencias y avances tienen los diálogos “en 10 años”. Sin embargo, ambas partes reconocieron la desconfianza en el proceso que ocasionaron enfrentamientos con muertes de guerrilleros y militares en las semanas pasadas.
La mesa de diálogo con los rebeldes fue suspendida en 2019, estando las delegaciones en Cuba, cuando la administración del entonces mandatario Iván Duque la canceló en respuesta a un ataque del ELN a una escuela de policías.
Duque retiró a sus representantes y exigió a la isla la entrega de los rebeldes, pero ésta se negó alegando que los protocolos de diálogo se lo impedían. El entonces mandatario colombiano apeló a su alianza con Estados Unidos y con su colega Donald Trump —cuya política fue de un endurecimiento de las sanciones contra la nación caribeña— y éste incluyó a Cuba en una lista de patrocinadores del terrorismo, lo que conlleva consecuencias sobre todo financieras.
“La isla nos recibe nuevamente en un ejercicio de solidaridad conmovedor por las grandes restricciones por las que atraviesa cotidianamente su gente”, expresó la senadora Pizarro. “Nuestro mayor homenaje es que este proceso de paz sea absolutamente irreversible y que, fruto de ello, Cuba sea retirada cuanto antes de esta nefasta lista”.
El ELN fue fundado en 1964, originalmente bajo la inspiración de la revolución cubana, y ha intentado en seis ocasiones hacer la paz con el Estado sin éxito. Actualmente opera en más de 200 municipios de Colombia y podrían tener entre 2.000 y 4.000 integrantes, según las autoridades.